lunes, 31 de enero de 2011

Sólo uno


Mis ojos te hablan y comprendes que me moveré despacio, tensando poco a poco todos los nervios de tu cuerpo. Te doy la mano y te invito a arrodillarnos uno frente al otro. Te acaricio con la mirada, recorriendo con mis ojos cada centímetro de tu cuerpo, deteniéndome sólo lo necesario en tus ojos, en tus labios, en tu escote, en tus piernas...Miradas de lujuria sin rozar lo incómodo. Comienzo a desnudarme, con parsimonia, como si cada gesto formase parte de un ritual. Tú haces lo mismo sin que te lo indique, copiando mis gestos de manera automática sin pensar en lo que haces. Desabrochas los botones de tu blusa al tiempo que yo los de mi camisa, mientras nuestros ojos siguen encadenados sin parpadeo alguno. La oscuridad de la habitación, la ausencia total de sonidos y la tenue luz de las velas hacen que esos simples movimientos tengan una dimensión especial. El roce de mi camisa al desnudarme y los latidos de tu corazón enlazan un ritmo perfecto. De manera casi imperceptible reduzco la distancia que me separa de ti, hasta que nuestros cuerpos acaban rozándose. Reproduces mis movimientos como si fueras una imagen en un espejo. Y aunque en algún momento te veo tentada de abrazarme contra ti desesperadamente, consigues mantener el delicado equilibrio de pasión y control.
Te quedas en ropa interior mientras yo libero los botones de mi pantalón si desviar mi mirada de tu rostro. Mis manos recorren tu cuerpo sin tocarlo, como el imán que arrastra sin contacto físico. Se mueven alrededor de tu boca, de tus pechos, siguiendo entre tus piernas, deteniéndose en puntos donde tus terminaciones nerviosas están al borde del estallido, pero siempre a un milímetro de distancia. Tú imploras que el contacto sea total, pero yo continuo con el juego hasta alcanzar extremos casi dolorosos para ti. Casi sin rozarte te libero del sujetador y te quito el resto de la ropa. Sigo recorriendo con mis dedos tu cuerpo sin tocarlo, mientras el esfuerzo físico para evitar el contacto se convierte en puro placer. Y cuando piensas que voy a perder absolutamente el control, hago que te tumbes en el suelo y viajo por tu cuerpo con mi lengua como antes había hecho con mis dedos, sin tocarte. Me detengo en tus piernas, a un milímetro de tu sexo, sólo mi respiración contacta contigo. Adivino tus movimientos y me retiro en el preciso instante en que tus caderas avanzan buscando mi boca. Tu respiración se agita, tus latidos parecen resonar en la habitación. Y justo cuando menos lo esperas, mi lengua te toca y permanece inmóvil en un contacto muy superficial. Intentas pegarte a ella con fuerza pero mis manos agarran tu cintura inmovilizándote. Sigo quieto, estático. El tiempo se detiene y la gravedad desaparece. Somos dos estatuas suspendidas en la eternidad de los sentidos. Inicio un suave movimiento alrededor de tu sexo, me detengo y vuelvo a empezar, negándote el punto de no retorno una y otra vez, placer y sufrimiento, encadenados en una espiral de sensaciones en busca de los límites. Sustituyo mi lengua por mi miembro y sutilmente te penetro. ¡¡Y entonces comienzo a embestirte con delicada violencia!! La pasión se desboca y los movimientos de mis caderas aumentan progresivamente al tiempo que se unen nuestros labios. Somos como un tornado entre cielo y tierra. Pero cuando tú llegas al abismo, detengo los movimientos y suspendo las sensaciones. Y así una y otra vez, hasta que las puertas del edén se abren y tu sexo se contrae en una vibración sin control que envía oleadas de placer. Un largo minuto de vibraciones que continua hasta que los músculos de tu bajo vientre son incapaces de generar un solo espasmo más.
Abres los ojos y me miras. Me empujas con delicadeza guiando mi camino, obligándome a tumbarme. Tu boca se dirige ansiosa a su destino, aprisionando mi miembro con tus labios. Pero al instante sientes que debes contenerte y hacerlo de la misma manera que yo lo he hecho contigo. Reduces el ritmo. y dejas que tu mente haga el resto, proporcionándome el más absoluto de los placeres, moviéndote en mi cuerpo como si fuese una prolóngación del tuyo. De eso se trata: de ser uno. Tus labios se mueven arriba y abajo y tu lengua me envuelve mientras tus dedos acarician mi entrepierna. Bajo mi mirada encontrándome con la tuya y te dedico un punto de cariño. Asciendes lentamente buscando la forma perfecta de encajar tu cuerpo en el mío, introduciéndome en ti, haciéndome partícipe de tu fuego interno. Te agarras con fuerza a mi pecho y acercas tu boca hambrienta a mis labios buscando la fusión de cuerpo y mente, aumentando el ritmo de las embestidas.
Después de largos instantes de pasión contenida, de viajes al límite del abismo de los sentidos y regreso a las zonas sensoriales más seguras, llegó el momento de lanzarnos al éxtasis, alcanzando una explosión simultánea de placer. Mi semen inunda tu cuerpo y el orgasmo nos lanza a la cúspide del gozo.
Cerramos los ojos, tu cuerpo se desploma sobre el mío y así, abrazados, fundidos a cien grados, conseguimos ser sólo uno.

2 comentarios:

  1. LA GRANDEZA DE UNA PERSONA SE ENCUENTRA EN LA SENCILLEZ DE CORAZON Y LA HUMILDAD DE SU ALMA.
    TU TALENTO E INSPIRACION ESTAN DESTINADOS A SER ENTREGADOS Y COMPARTIDOS....YA SABES COMO PIENSO..ES PRECIOSO..UN BESO, PEQUEÑO.

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  2. Muy chula la canción On Melancholy Hill, tiene una melodía q me recuerda a la de unos dibujos animados, no caigo en cuales, y sobre todo mu coñejo el video.

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