miércoles, 24 de noviembre de 2010

Pequeño























Queridos Reyes Magos... No escribo esta carta para pediros una bici, un scalextric o el circo de playmobil.Seguramente lo que os pido sea muchísimo más barato, aunque infinitamente más difícil...Lo único que necesito este año es volver a ser pequeño.Deseo con toda mi alma recuperar todas las cosas que he perdido con el paso del tiempo.De pequeño vivía cada día con una ilusión desmedida, el balón era mi mejor amigo y lo único que podía echarme a perder un día era la lluvia, los deberes o la gripe.Ahora tengo 30.No confío en el ser humano.He descubierto que el amor es una de esas pelis que tienen 6 partes pero que en realidad todas se parecen demasiado, vista una, vistas todas.Las lágrimas me visitan más que las sonrisas y la soledad me acompaña más que las personas.No creo en dios, ni en los marcianos.Ni siquiera creo en vosotros pero sí lo hacía hace muchos años y recuerdo que el día de reyes era para mí el más feliz del año, así que quiero aferrarme a esa añoranza infantil.Además,el gordo de la barba blanca siempre me pareció un impostor.
Os pido que guardéis estas fotos.Miradlas detenidamente y echad en mi saco de los regalos sólo los ojos con los que miraba la vida justamente desde que nací hasta este momento, hasta esta última fotografía.Esos ojos con los que miraba a papá mientras mamá intentaba cambiar mis pañales, con los que observaba sorprendido a la cámara lleno de timidez y vergüenza, con los que seguía la pelota durante horas hasta que anochecía y debía volver a casa, con los que disfrutaba de esos veranos de playa jugando en el agua sin descanso y con los que posaba interesante esforzado por conseguir un buen resultado en esa imagen que colgaría de mi orla, escaparate de todos mis compañeros de clase.
No anhelo revivir ni un segundo más.Sin duda alguna ese es el momento en el que deseo poner mi meta, mi banderín de llegada.Ese instante en el que conocí a mi primer amor, en el que descubrí mi primer cuerpo desnudo y la suave sensación de esos besos interminables.Ese instante en el que llevas la amistad grabada a fuego y la intensidad con la que vives cada experiencia es inconmensurable. Ahí, justo ahí.Porque después viene la mentira disfrazada de verdad y te convence para que lo apuestes todo al rojo cuando ella es perfectamente consciente de que saldrá negro.Y cuando lo has gastado todo esperando a que tu número sea el premiado y tú el afortunado ganador, levantas la mirada de la mesa de juego y ves que el mundo entero apuesta al mismo número que tú. Y todos pierden mientras la vida hace de irónico croupier trucando la ruleta a su antojo y riendo a carcajadas.

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