martes, 19 de mayo de 2009

Mi galleta de la suerte


Regreso a casa, un ensayo más, uno menos, un día más, uno menos. Rober me acompaña en el coche, como siempre. Pasamos mucho tiempo en ese habitáculo de cuatro ruedas. Inevitablemente es casi el único momento de aproximación a la tranquilidad, demasiadas cosas para un solo día. Hablamos, miento, él habla. Le escucho, sin duda es una de las pocas personas a las que me gusta escuchar, cada vez son menos.Bajo la ventanilla, ya empieza a hacer calor incluso de noche, miro a través de ella mientras la brisa acaricia mi cara, pienso en TI. Observo a la gente, es de noche y la zona por la que avanzamos es nido de vagos y maleantes ( esta expresión siempre me hace reír) así que veo un par de borrachos sentados en un portal en su punto álgido de colocón, en silencio, mirando al frente, simplemente hacen eso, mirar al frente.Unos metros después una pareja, por sus rasgos me parecen bolivianos creo, rodeados de maletas y tristes en su gesto.Parecen recién llegados y el chico le agarra la cara suavemente, la consuela.Mi cerebro pone frases en su boca y de repente parece que le oigo decir: "tranquila, todo saldrá bien".Es mentira, pienso yo, no les irá bien. Y mi boca acompaña a mi pensamiento con un suspiro breve de confirmación. Me siento cruel, pero sincero. Da igual, me digo, y cambio de marcha como si la palanca de cambios de mi coche fuese el botón de una máquina que permite sacar a la gente de mi vista y sustituirla por otra así, en un chasquido.
Hemos continuado el viaje encontrando muchas y diversas personas en nuestro corto pero lento itinerario. La ciudad está llena de ellas. Parece que alguien nos tomó a todos entre sus manos, las agitó rápida y firmemente y nos volvió a lanzar como dados de la suerte, al azar, para encontrarnos con nuestro destino así, sin más, por designación aleatoria y, por supuesto, sin derecho a canjear el premio obtenido.Es despiadado pero real.
Primera parada, hemos llegado. Rober se baja aquí, me dice adiós y me desea que descanse, siempre lo hace, y reconforta, es mucho más cercano que un adiós.
Ahora continúo solo mi pequeño viaje. Son a penas tres minutos más en coche pero me permito poner un cd para escuchar una canción que se me ha venido a la cabeza, tal vez pretendo utilizarla como acompañante, no me gusta viajar solo. Entonces bajo la otra ventanilla para que el aire entre y salga de mi coche y sentir que realmente voy volando y no en un cotidiano auto. Es una sensación muy agradable.Intento olvidarlo todo, respiro profundamente, saco un poco la cabeza para sentir el viento en mi cara y canto la letra de esa canción mientras pienso ¿qué premio me ha tocado a mi? ¿Con qué curioso presente el destino ha visitado mi vida? ¿Qué dice mi galleta de la suerte? La verdad, no tengo ni idea. Hay días que me derrumbo pensando que llevo toda mi vida queriendo apartarme de todo y al final sólo soy una parte más de él.Sin embargo en otros me siento alejado de lo rutinario y lo denominado normal, algo que me reconforta. La gente dice: "lo tienes todo, no te puedes quejar", qué coño sabrán ellos, atajo de ignorantes esputadores de tópicos. Sólo yo sé quien soy y qué decido hacer aquí. Tener mucho o poco nada importa si es material. Al final sólo quedan las personas que te desean que descanses y las que te dicen Te Quiero justo en el momento en que lo necesitas. Así que sea lo que sea lo que el futuro me depara, no me importa, hoy descansaré, dormiré bien, porque alguien vigila mi sueño.

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