miércoles, 9 de octubre de 2013

Ilustre Ignorante


  Quieto, sentado. Imaginaré que en una mecedora, con una manta de cuadros sobre mis rodillas mientras sujeto un libro en una mano y una taza de café humeante, cremoso, de color beige, en la otra. Imaginaré que llueve, que es domingo y que tengo, digamos, 65 años. ¿Curioso verdad? Curioso que a mis 33 desee ser viejo. Pero cansa tanto esta vida, es tan tedioso este sendero. Es tan "lunes" este destino universal e irremediable que sólo me sosiega pensar en llegar. Dejar de aprender para de una vez saber. Pero parece que cuanto más conozco menos creo, menos ilusión queda, menos sorprendente es todo, menos fe se conserva y menos se espera de todo, de todos, de mí. Tengo la sensación de haber vivido mil vidas y aún no alcanzo ni media. Me gustaría desaprender, deshacer, desvivir. Introducir un bolígrafo en el agujero del cassette de mi vida y rebobinarla hasta  llegar al tope. Pero no al principio, sino al final. Porque todo lo aprendido, hecho y vivido hasta ahora no me agasaja con fardos de optimismo.
   Si tuviera la opción, elegiría el silencio. Que me arranquen la lengua, no deseo más que escuchar, como nadie me escucha. Si tenemos dos orejas y una boca es para escuchar el doble de lo que hablamos, dice el proverbio.
  Quiero ser mayor, quiero ser sabio, quiero tocar el piano con los ojos cerrados, haber leído milquinientossetentaynueve millones de libros y escuchado otros tantos billones de canciones. Haber vivido en al menos cinco países y hablar todos sus idiomas. Saber cocinar, ser experto en psicología y saber situar en el mapa cada ciudad del mundo. Sin embargo no sé prácticamente de nada, ni soy experto en ninguna cosa. No poseo ningún talento, ni tengo destreza en ningún arte. Simplemente deambulo por los días quizás esperando a que dentro de mucho alguien me diga: "ya está, ya pasó, ya llegaste". Y entonces me quedaré quieto, sentado. En una mecedora con una manta, un libro y un café. Y aunque seguramente no haya conseguido nada de lo propuesto hasta entonces, ese será mi momento, ese en el que podré invertir todo mi tiempo en conseguir todo lo que ahora codicio pero no puedo alcanzar. Porque vivir se ha convertido en una obligación continua para el ser humano, olvidado de su esencia, de sentir verdaderamente, de cerrar los ojos y dejarse mecer por una bella melodía, de salir a respirar profundo para sentirse libre, olvidado de enamorarse de cientos de detalles minúsculos que erizan el vello.
   Dicen que cada uno es dueño de su destino. No hay falacia más grande ya dicha ni pendiente de decir.


2 comentarios:

  1. Quizás deberías de hacer lo que realmente quieres y no lo que la vida pone en tu camino, cambia "mundoNacho" y no esperes que a tus 65, sentado en esa butaca, te arrepientas de lo que te gustaría haber hecho.

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  2. Cierto, real, lógico, pero todo está lleno de presiones sociales bastante molestas. La mayor, sin duda, El Odioso Dinero.

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